Arganda, 9 de noviembre de 2020.
Te quiero tanto, Madrid, que hoy me duele no verte. Es demasiado tiempo ya sin ti. Y duele.
Todos estos años no se pueden olvidar tan fácilmente. Duele cada dÃa que pasa creyendo que será el último, que volveremos a encontrarnos... pero, en este lugar, parece que el tiempo no avanza,
los dÃas, los meses, los años... todos iguales sin ti y las noches... en mis sueños cada noche te apareces y volvemos a estar juntos.
Me mantiene viva la esperanza de que no eres un fantasma, que tú sientes lo mismo que yo y que en algún rincón de tu noble corazón guardas un pedacito de mà y que en tu cara se dibuja una pÃcara sonrisa al recordarme (al menos me consuela pensar eso).
Te juro que nunca imaginé que pasarÃa tanto tiempo sin vernos, sin mirarnos.
De nada sirve que te diga esto ahora, pero siento que no tuvimos la despedida que los dos nos merecÃamos. Nunca nadie creyó en nosotros; el error fue que ni nosotros mismos.
Menos mal que la vida nos pone a cada uno en nuestro sitio: a ti (me alegra saber) siempre al frente, dispuesto a brillar tanto como mereces, y yo, bueno, lo único que sé es que tu recuerdo y mi admiración por ti es lo único que se mantiene intacto.
Te conviertes cada dÃa en ese deseo que no tuve el valor de cumplir, la vida que siempre soñé tener. Tú has sido y eres mi secreto mejor guardado, y eso me da fuerzas para continuar.
Cuando esté preparada volveré para retratarte. Hasta entonces, te seguiré echando de menos.
Te quiere, M.